Históricamente, desde el proceso de la conquista europea se desarrollaron enfren- tamientos por la disputa del control de América que obligaron a varios tratados, pero los conflictos continuaron entre los nuevos Estados y, en particular, desde la segunda mitad del siglo XIX, estos vínculos soportan periodos muy críticos por disputas políticas y territoriales que generan enfrentamientos armados al mismo tiempo que comparten la ilusión de constituir un organismo de unidad política y cooperación económica continental para así armonizar normas, construir infraestructuras para promover el desarrollo y mejorar las condiciones socio-económicas de estas naciones. Si bien, desde inicios de las revoluciones de independencia existe la idea de unidad panamericana, los primeros organismos se constituyen en la segunda mitad del siglo XX, tales como la OEA, BID o FONPLATA. Estas instituciones se conforman y organizan bajo la influencia del fin de la Segunda Guerra Mundial, el modelo del Plan Marshall y el enfrentamiento de la Guerra Fría. Por lo tanto, son asociaciones entre Estados que reconocen la autonomía y soberanía de cada uno de ellos, y cuyos objetivos serán el “desarrollo de instituciones que promuevan la paz y estabilidad en la región afianzando la democracia representativa y contribuyendo a acelerar el desarrollo económico y social, individual y colectivo de los países miembros”, tal como lo expresan las cartas y convenios constitutivos de estas entidades. Para exponer adecuadamente la experiencia paraguaya, se hace obligatorio explicar previamente sus características culturales, históricas y geográficas e inten- tar comprender los objetivos de su política externa y los conflictos específicos que debe enfrentar. En este sentido, se hace necesario considerar atentamente la situación geopolítica del Paraguay que, al ser un Estado mediterráneo sin litoral marítimo, está expuesto a vulnerabilidades que implican desafíos complejos para el éxito de su integración regional y global

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