Las plataformas digitales han traído, desde el principio, la esperanza de una renovación democrática. Permitieron rápidamente el desarrollo de nuevas formas de comunicación, expresión y sociabilidad en diferentes espacios públicos digitales y, por tanto, las transformaciones sociales son evidentes en la forma como los movimientos sociales son capaces de adquirir ciertas visibilidades hoy en día o cómo cada individuo tiene acceso a la información. Por otro lado, el desarrollo del espacio público coincide con la evolución del periodismo. Se constituyen en procesos interdependientes, complementarios y que se influyen mutuamente. Muy pocas profesiones han integrado tantas transformaciones como la actividad periodística y los medios sociales han acelerado la reestructuración de los mercados periodísticos, lo que ha propiciado redefiniciones en el espacio público y en la forma de interrelación entre periodismo, periodistas y audiencias. Con todo, la aparición de las redes de comunicación internacionales nunca ha estado exenta de peligros, e incluso en la era digital, los ciudadanos han empezado a cometer actos ilícitos. Se ha producido una adaptación, desarrollo y proliferación de conductas violentas, que son ahora los nuevos mecanismos censurantes de la era digital (discurso de odio, misoginia, persecución, intimidación, acoso moral y sexual, entre otros). Actualmente, estos problemas sociales contra los periodistas son cada vez más expresivos en todo el mundo y se dirigen principalmente a las mujeres, jóvenes y minorías étnicas, situando la igualdad de género en un nivel de i​n​t​a​n​

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